sábado, 19 de octubre de 2013


"El dolor nos quita cosas y a cambio nos deja otras.
Nos hace más sabios, nos hace crecer e incluso nos hace más buenos.
Nos descubre facetas que ignorábamos sobre nosotros mismos y también sobre los demás, por eso es necesario aprovecharse del dolor, exprimirlo al máximo, exigirle una cuota de aprendizaje a cambio de todo aquello de lo que nos ha privado.

Tras el desbordamiento de un río en sus márgenes se forman las tierras de aluvión de una fertilidad extrema. Antes, las crecidas fluviales arrasaban pueblos enteros y los campesinos aprovechaban esas tierras nacidas del desastre que eran generosas y devolvían una parte de lo que se habían llevado en forma de cosecha.

Por fin puedo llorar con dignidad (sin histerias ni aspavientos) y con el abandono de quien conoce el peso exacto de la tristeza. Prefería sentir rabia antes que estar triste, destilar rencor, antes que reconocer el tamaño de mi desconsuelo.

El dolor es una estación de paso, pero también puede ser un punto de partida. El dolor de después, es parte de la felicidad de ahora"

Fragmentos de "En tiempo de prodigios" 

de Marta Rivera de la Cruz

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