lunes, 9 de septiembre de 2013






Tuve una vez 
un gran amor 
que derribó mi casa, 
agrietó mis 
puentes y me hizo 
perder el equilibrio. 
Después vinieron 
las réplicas: amoríos 
de baja intensidad 
que ni siquiera 
me hicieron temblar. 
En cuanto al gran amor, 
ay mísero de mí, todavía respira 
debajo de las ruinas.” 

Oscar Hahn

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